Venerables hermanos:
Salud y bendición apostólica.
La eterna sabiduría de Dios, que «se extiende, con poderío, de una punta a la otra del mundo, y que con bondad gobierna todo el universo, parece haber impreso con singular esplendor su imagen en el alma de San León I, Sumo Pontífice. Pues «grandísimo entre los grandes», como justamente lo llamó nuestro predecesor Pío XII, de venerada memoria, apareció dotado en manera extraordinaria de intrépida fortaleza y paternal bondad. Por este motivo Nos, llamados por la Divina Providencia a sentarnos en la Cátedra de Pedro, que San León Magno tanto ilustró con la prudencia en el gobierno, con la riqueza de doctrina, con su magnanimidad y con su inagotable caridad, sentimos el deber, venerables hermanos, con ocasión del decimoquinto centenario de su venturoso tránsito, de recordar sus virtudes y méritos inmortales, seguros, como estamos, de que esto contribuirá notablemente al provecho general de las almas y a la exaltación de la religión católica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario